Una de las primeras reglas en este oficio de escribir en los periódicos dice que mejor no hacer pronósticos porque hay muchas posibilidades de que el arriba firmante termine teniéndose que tragar lo que sólo unos meses antes sostenía. Pero por una vez, y ya veremos si sirve de precedente, nos vamos a arriesgar y a dejar sentado negro sobre blanco que a menos que ocurra un cataclismo el alcalde de Sevilla tiene expedito el camino para ganar las elecciones de dentro de poco más de un año y repetir en el cargo un segundo mandato. A ello ayuda que el principal partido de la oposición, el PP, esté retrasando mucho más de lo que sería conveniente para sus intereses el ponerle cara a su candidato. Eso no es lo decisivo: Beltrán Pérez está haciendo lo que tiene que hacer para ganarse el puesto y el tiempo corre a su favor, aunque con Rajoy lo del tiempo adquiere una dimensión muy particular y la decisión final en una ciudad de la importancia política de Sevilla la tiene el todopoderoso presidente.

Ciertamente, el PP se lo está poniendo bien a Juan Espadas, pero él también está contribuyendo con una actuación que, aunque ayuna hasta estos momentos de grandes logros capaces de encandilar a la ciudad, sí está siendo transversal. Es decir, no está cometiendo demasiados errores y está poniendo mucho cuidado en no molestar a su parroquia, lo cual es lógico, pero también en no soliviantar a la contraria, lo que tiene más mérito. El alcalde ofrece un perfil moderado y dialogante con el que ha logrado quitarse el dogal de los partidos de extrema izquierda que lo ayudaron a conseguir el bastón de mando aunque no ganara las elecciones. Ahora estamos en la curiosa situación de que, como se ha contado esta semana en varias informaciones de Diario de Sevilla, los dos partidos que representan teóricamente al electorado de la derecha y el centro, PP y Ciudadanos, están en una pelea a ver cuál es el que pacta con el gobierno municipal socialista para sacar adelante los presupuestos de este año.

¿Cuál ha sido la receta de Espadas para darle la vuelta de esta forma a la política municipal? Moderación y sentido común, ejercidos ambos desde la discreción. Si a esto se une que está recogiendo los frutos de una recuperación económica que, aunque tampoco sea para echar las campanas al vuelo, se está percibiendo en la calle y que en la gestión municipal el día a día se hace sin estridencias, la mitad del trabajo lo tiene hecho. Sólo le falta marcar el último tramo de su mandato con alguna realización que dé que hablar para bien. En esas condiciones, el pronóstico no es demasiado arriesgado.