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De los famosos a los anónimos

  • Estreno. La periodista Marina Bernal se estrena con un libro de microrrelatos que empezó a escribir acompañando a su madre en el hospital, a la dueña de los ‘Ojos Verdes’ del libro

La periodista Marina Bernal con su cámara fotográfica.

La periodista Marina Bernal con su cámara fotográfica. / Irene Vélez

EL libro tiene ocho prologuistas y todos se juramentaron para no revelar el secreto a la autora, que se encontró con la sorpresa como regalo de Reyes. Un libro de estrenos. Se estrena como editor Miguel Gallardo, elegido como cómplice por los monarcas de Oriente poco antes de emprender su camino de vuelta. Se estrena como escritora Marina Bernal, autora de Anónimos Infinitos (Ediciones Sevilla Press), colección de 250 microrrelatos.

Cuando la vida se escapa, va dejando un reguero de señales a su lado. Marina le dedica el libro a Antoñita Guerrero, su madre, dueña de los Ojos Verdes que dan título a uno de los relatos; y a Alberto Bernal, su padre, “maestro y hombre machadianamente bueno”.

La necesidad de transmitir sus sentimientos, de retratar lo que casi nadie veía, surgió cuando empezó a acompañar a su madre en el hospital. Una terapia creativa, un regreso a los orígenes de quien le dio la vida. Unas Gracias con letra y música de Violeta Parra. Marina Bernal se encargó de ordenar el abecederio del poema.

Tampoco imaginaba la autora de Anónimos Infinitos que esa foto fortuita que le hizo Manuel Olmedo en una carretera de Carmona sería la que presidiría la portada de su bautismo literario. Iban los dos reporteror a entrevistar a Cayetano Martínez de Irujo y haciendo tiempo salió este Fosbury espontáneo.Son historias reales que guarda bajo el anonimato, con la técnica casi oral del Romancero, en las antípodas de la vanidad y la grandilocuencia de un periodismo de estrellas mal entendido. Porque si alguien quiere refutar esa imagen del oficio más hermoso que a veces se alía con el morbo y el sensacionalismo, debería acercarse a la forma de trabajar de Marina Bernal. “La escritora habla de vidas cotidianas, sencillas que no simples, a flor de piel que no superficiales”, escribe Francisco Gallardo, médico y novelista, uno de los ocho prologuistas de Anónimos Infinitos. Son ocho con timonel, la guía de Marina Bernal, cuadrilla que completan Isabel Fayos, José Vicente Dorado, Manuel Contreras, María Jesús Pereira, Juan Mellado, Manuel Capelo y quien suscribe. Me une a Marina que los dos perdimos a nuestras madres, la primera línea de nuestras vidas, en 2015. La n iña bonita superlativa.

Detrás de cada relato hay una historia personal. Da cuenta de sucesos afortunados y pérdidas irreparables. No es un dietario de periodista, sino un viaje por el alma de las sensaciones y sus diferentes ropajes, “el amor, el desamor, la bondas, la soledad, la muerte, la traición... Pura filosofía”, como escribe María Jesús Pereira.

Los que la conocemos la recordamos muy joven entrevistando a Rafael Alberti en un homenaje que el Ayuntamiento de Chipiona le dio al poeta del 27 de El Puerto de Santa María. El autor de Marinero en Tierra, grumete o almirante que rima con la Marina que lo entrevistaba, cumplía años el 16 de diciembre, igual que el editor de Anónimos Infinitos, Miguel Gallardo, periodista, abogado, fotógrafo y ahora editor.

Es una paradoja muy hermosa, llena de literatura como no podía ser menos ante un libro, que una periodista habituada a convivir por exigencias del guión entre famosos encuentre su territorio favorito en los anónimos. La gente corriente de la película de Robert Redford, la intrahistoria de la que hablaba Unamuno.Marina Bernal “se mueve como pez en el agua metiendo el dedo en la llaga sobre los temas más inverosímiles a los que acerca su mirada”, dice Juan Mellado. El día de Reyes se encontró con el regalo más inesperado. Sus infinitos salían del anonimato. Madame Bovary encontraba a Flaubert. Y aquel hilo de vida que se iba apagando encendía al mismo tiempo el fósforo de esta reportera curiosa pero nada impertinente. Cuando Marina Bernal se despertó, el dinosaurio chipionero estaba leyendo a Augusto Monterroso en el faro de Chipiona. Bautismo con Microrrelatos de una sevillana del Cerro del Águila.

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