Sueños esféricos
  • La posverdad devora la verdad como una especie invasiva perturba un ecosistema

Prejuzguen, que sale gratis

El delantero sevillista Rafa Mir. El delantero sevillista Rafa Mir.

El delantero sevillista Rafa Mir. / Europa Press

PREJUZGAR es un insano hábito, pero a diferencia de fumar, sale gratis. Si para muchos deportes olímpicos fue un espaldarazo la llegada de la caja tonta a nuestros salones, para ese deporte nada saludable de prejuzgar han supuesto un big bang, como para tantas cosas, las tupidas redes sociales.

No hace falta que uno haya estado sentado junto a Víctor Orta o su homólogo en el Valencia, Miguel Ángel Corona, para hablar y opinar con conocimiento de causa. Basta con dejarse llevar por las ganas. Ganas de darle palos a uno u otro, según los colores y dejando claro que a veces, si la temporada va torcida torcidísima, los de tus propios colores son los primeros que te van a zurrar sin medida.

El comedimiento no vende. La mesura es de paniaguados. Este circo, como la arena romana, no es para sensatos. Para decir “ni estuve allí, ni tengo información veraz para opinar o para posicionarme a favor de uno y otro en la negociación”, mejor no se sumerja en el cenagal de X y siga con su pasivo scroll. O póngase a cortar mojama para un buen aperitivo.

La posverdad devora en las redes la verdad como si fuera una de esas especies invasivas de peces o cangrejos que perturban un ecosistema. Manipula, tergiversa, ensucia o incluso edulcora (también son ya ejército los aduladores profesionales), que la mancha no la va a borrar ya ni el Milagrito.

Es todo tan burdo, tan grotesco... Puro insulto a la inteligencia de los informados. ¿Han visto el cajonazo mediático que le han dado a la noticia del supuesto “raping” (“violador”) que Bellingham le espetó a Greenwood el pasado jueves? La Liga de dos velocidades en toda su descarnada realidad.

Recuerdo una doble página de este periódico sobre la actualidad del Sevilla a finales de junio de 2013. Abríamos a toda pastilla con la cesión de Marko Marin y por debajo, casi anecdótica, la llegada de Vitolo. A ningún sevillista le debió extrañar. ¡No prejuzguen! Y vamos a dejar jugar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios