Otro mundo

Seis meses después de la invasión criminal rusa que alumbró un nuevo orden hay fe en la victoria ucraniana

Un niño mira posters contra Putin en Kiev.

Un niño mira posters contra Putin en Kiev. / ROMAN PILIPEY · EFE

HACE seis meses que Europa está en guerra. Es así, aunque sigamos yendo a la playa en agosto como si no. Tras semanas de tensiones y movimientos de tropas en las fronteras, el 24 de febrero pasado Rusia confirmó lo que los servicios de inteligencia de Estados Unidos advertían y muchos no querían (queríamos) creer: que Vladimir Putin iría muchos más lejos de la amenaza y consumaría la invasión criminal de Ucrania. Ese día se alumbró otro mundo, un nuevo orden que aún está en germinación y cuyos profundos cambios están por determinar.  

Cuando comenzaron los bombardeos y el avance ilegal de tropas pocos creyeron en una fuerte respuesta del pueblo ucranio capaz de resistir el ataque de una supuesta potencia militar como Rusia. Pero medio año después incluso la comunidad internacional que apoya con armamento esa defensa anima al Gobierno de Volodimir Zelenski a continuar la lucha para recuperar la totalidad del territorio ocupado e incluso la península de Crimea, anexionada por Putin a la fuerza a Rusia en 2014. Hay fe en una victoria, aunque la guerra será todavía larga y traerá más muerte, destrucción y ruina  

Pese a ese optimismo sería un error pensar que Putin, aunque no haya logrado rápidamente sus objetivos, acabará por admitir su fracaso. El sátrapa ruso lleva años aprovechándose de las debilidades, contradicciones y conflictos de los países desarrollados. ¿O estaría Alemania y toda la UE en la misma situación de debilidad sin la renuncia a la energía nuclear germana decidida con precipitación en 2011 tras el accidente de Fukushima?  

Por ello, incluso aunque Ucrania llegue a recuperar su territorio y expulse al invasor, el mundo entero ya habrá cambiado. Que eso sí que lo hemos notado todos en el bolsillo. Porque, aunque el problema inflacionario no lo creó ni Putin ni su invasión criminal, situaba a sus enemigos en una debilidad que ha modificado por completo la senda de la recuperación pospandémica hasta situarnos en el umbral de una crisis. La propia Airef anuncia crecimiento negativo al final del verano, lo que podría asegurar que la recesión será una realidad al inicio del año 2023, contra la propaganda gubernamental que no quiere ver los signos ya evidentes, como la caída del empleo. Vivimos ya en otro mundo y cuanto antes tomemos conciencia de ello –incluso yendo a la playa–, mejor afrontaremos sus consecuencias. 

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