Monchi. director general deportivo

"No he imaginado el día del adiós porque sea como sea no me va a gustar"

  • Sabe que un día saldrá por esa puerta que cuando la cruzó por primera vez ni imaginaba que marcaría su vida ni que daría tanta gloria al sevillismo.

  • "Pasará lo que tenga que pasar y será inevitable si todo va bien", augura.

"No he imaginado el día del adiós porque sea como sea no me  va a gustar"

"No he imaginado el día del adiós porque sea como sea no me va a gustar" / Juan Carlos Vázquez

Aunque el acuerdo tácito de no hablar ni del futuro ni de fichajes salta por los aires en la primera respuesta, no hay menciones explícitas de lo que quiere saber todo el sevillismo: cuándo, por qué y a dónde se irá Ramón Rodríguez Verdejo (San Fernando, 22-9-68). El gimnasio diario no lo perdona y no hace ni dos meses que ha dejado de fumar, otra muestra de que quiere cambios en su vida. En una primera entrega de una profunda charla de humanidad, de fútbol, de títulos y de proyectos, lo que queda nítido y claro es lo orgulloso que está de lo que deja detrás: 16 finales, 9 títulos, 500 millones de plusvalías en ventas, pero también mucho más que no es tangible como lo material.

-Hay épocas en que desaparece, pero lleva un tiempo en el foco con insistencia, casi a diario...

-Demasiado, sí. Más de lo que a mí me gusta, pero creo que ha sido por actuaciones personales que no han sido muy afortunadas y por el propio devenir de las circunstancias. El que salga a la luz pública es consecuencia de todo esto, pero no es algo que me guste. Hay demasiada noticia en torno a mí y a ver si pasa un poco esta vorágine.

-Pero, independientemente de la actualidad que pueda generar, hay épocas en las que Monchi prefiere no conceder entrevistas y otras, como ahora, en la que tiene una diaria e incluso más.

-Hombre, evidentemente, que el equipo vaya segundo también influye. El mercado de fichajes, todo lo que se está hablando en torno a mi futuro, haber jugado tres partidos con el Real Madrid...

-Usted mismo ha reconocido públicamente que es un poco inestable en ese aspecto, que cambia de ánimo con facilidad...

-Creo que en algo uno va aprendiendo y he ido creciendo como persona y como director deportivo. Si con todo este ruido no es fácil manejarse, personalmente me estoy dando cuenta de que soy capaz de desvincular la cosas y centrarme en el presente más allá de que el futuro esté en el aire.

"Empecé con una mesa que no tenía ni cajones; no es que no hubiera informes... no había dónde guardarlos"

-¿Qué balance hace tras todos estos años?

-Dieciséis. Y ocho meses. Tiene que ser positivo. Me estoy acordando de cuando empezamos en Isla Canela con Caparrós, con Antonio Álvarez, con Pepito Alfaro y Ruiz Sosa, Jiménez, Ramón Vázquez, Roberto Alés... Ésos fueron mis inicios y desde entonces a lo que es el club ahora, claro que es positivo. Pero más que eso tengo una sensación de agradecimiento a la vida, a lo que me ha dado en estos 17 años que jamás podía esperar. Uno cuando hace una reflexión tan larga y profunda tiene que intentar quedarse con lo más importante y más allá de los títulos y los momentos vividos, tengo la sensación de que la vida me ha dado mucho. Mucho y bueno.

-¿Ya que ha mencionado los títulos y que estamos en el vestuario, le da más valor a los jugadores que han pasado por aquí y lo que le ha aportado cada uno, profesional y humanamente?

-Yo creo que los títulos son una consecuencia de todo. Yo valoro mucho la oportunidad que me ha dado esta posición que he tenido de convivir con gente muy importante en el mundo del fútbol, de haber creado lazos de unión con jugadores y técnicos... pero sobre todo, y lo he dicho muchas veces, yo empecé con una mesa que no tenía ni cajones, no es que no hubiera informes, es decir, no había informes porque no había ni cajones donde guardarlos, literalmente. A día de hoy, mejor o peor, hay una estructura con 16 personas, con una base de datos importante, con un objetivo, un diseño... Creo que el legado que Monchi va a dejar en su día es el que yo quiero. Eso sí es una gran parte mía. Los títulos son compartidos, los éxitos también, la llegada de jugadores, el crecimiento del club..., pero mi departamento ha crecido a mi imagen y semejanza, en la forma que yo quería que creciera, con el grupo de trabajo que yo quería, cómo quería que este grupo tabajara, en qué forma nos interrelacionamos... y eso sí es un poquito mío y me hace sentir feliz y orgulloso de que está ahí. Y eso va a quedar con independencia de lo que pueda pasar a corto, medio o largo plazo.

Monchi posa con los nueve títulos y los dos trofeos de mejor equipo del mundo. Monchi posa con los nueve títulos y los dos trofeos de mejor equipo del mundo.

Monchi posa con los nueve títulos y los dos trofeos de mejor equipo del mundo. / Juan Carlos Vázquez

-La mesa sin cajones ha cambiado en una estructura perfecta, pero la persona sigue igual. A lo largo de estos años ha pasado por situaciones como el esquinazo que le dio Van Persie en un ascensor que imagino que usted no sería capaz de hacerlo pese a que hayan cambiado las tornas.

-En ese momento me sentí lo siguiente a ninguneado, pero al final yo soy un hombre de fútbol y llevo toda mi vida en esto y sé que eso puede pasar, pero al hilo de lo que me pregunta, yo creo que en eso no he cambiado. No me he atragantado de éxito. Sigo manteniendo una teoría y es que del "Monchi, quédate", al "Monchi, vete ya" hay dos partidos. Nadie es eterno en el fútbol ni nadie tiene la varita ni la capa mágica para hacerse indemne a las críticas, a los fracasos y a las malas rachas. Como eso lo tengo tan interiorizado, he intentantado no cambiar, porque hoy estoy aquí y mañana estaré en otro lugar o no estaré. Mi trato con vosotros, con los aficionados por la calle... Manejar el éxito no es fácil, quizá sea más difícil que manejar el fracaso y creo que en eso no he cambiado. Y lo que me pregunta de Van Persie, siempre intento no hacer lo que no me gusta que me hagan. Aquello pasó y no es el único caso, ha habido más jugadores que nos han dejado en la estacada pero que son precios que se pagan en este mundo de fútbol.

"Tras ganar al Madrid mi primer comentario con mi hijo fue: 'el domingo metemos la pata en Pamplona"

-Ha nombrado el "Monchi, vete ya", pero eso no lo ha tenido que escuchar...

-Por ahora... (se ríe).

-¿Pero considera que maneja mejor el elogio que la crítica? Porque ésta nunca la encajó bien.

-Las críticas no las maneja nadie bien. El que dice "a mí las críticas"... mentira. Yo he mejorado a aceptar la crítica negativa, siempre que sea una crítica justa y no malvada. Si me he equivocado con Babá, con Mosquera o con Stevanovic, me he equivocado, y la gestión de esa crítica la he ido mejorando. Antes me incendiaba enseguida. La crítica buena sí creo que la he sabido asimilar bien desde el primer momento por mi forma de ser. Soy muy bilardista y me detengo muy poco en el éxito. El domingo, cuando le ganamos al Madrid, mi primer comentario con mi hijo Alejandro, que es mi álter ego, fue "el domingo metemos la pata en Pamplona". Desde ese argumento yo empiezo a construir mi semana para intentar olvidarme de que le hemos ganado al Madrid e intentar que no metamos la pata en Pamplona. El elogio lo manejo bastante mejor que la crítica.

-Y cuando oye o lee que es el mejor director deportivo del mundo o que todo lo que toca lo convierte en oro, ¿qué piensa?

-Me da miedo. Yo soy miedoso. Pero al final es una consecuencia del éxito del Sevilla que nos ha arrastrado a todos. Cuando me dicen eso, o lo leo, o lo escucho intento desgranar esas afirmaciones para quedarme con la motivación para seguir intentando que eso siga siendo así. Al final cuando tú ganas un título tienes dos caminos, dormirte en los laureles o seguir trabajando para volver a conseguir ese título. Esto es igual. Si la gente te valora, hay que esforzarse para que esa valoración siga siendo buena. Yo recuerdo, quizá en la época más dura, que fueron los dos años que fuimos novenos, que uno de los motores de mi motivación para intentar recuperar el camino perdido era el haber tenido muy cerca el fracaso y la sensación de pena y tristeza porque las cosas no salgan bien.

-Quizá por eso ha sorprendido todo el revuelo montado por su decisión. O no se explicó bien... ¿Qué palpa en la calle?

-Es muy difícil que alguien en la calle te diga "vete ya", aunque lo sienta. Normalmente el que se acerca a ti es para darte cariño. Yo lo que noto es cariño elevado a la máxima potencia. Eso es lo que siento. El que quiere que me vaya no me lo va a decir. Hay un sentimiento de agradecimiento al trabajo realizado, pero también hay respeto. Siento a mucha gente que me dice "Monchi, quédate, pero si no te quedas, que te vaya bien". Tambien es edificante eso, que valoren tu felicidad. Todo eso lo que hace es complicar las cosas. Aunque hay un profesional que tiene una idea, hay una persona que siente. Cuando uno toma una decisión y de un calado tan profundo en tu vida profesional, las dudas existen y aunque uno pueda tener decidido cuál es el camino que quiere emprender en un futuro llamémosle X, siempre hay dudas. Y yo tengo dudas. A veces piensas eso de "más vale malo conocido que bueno por conocer". Y esa decisión el día que tenga que tomarla, cuando se den todos los parámetros para ello, no va a ser fácil.

"Aquí late una filosofía y ya no es el "dicen que nunca se rinde" o el "hasta la muerte"; ya es el "queremos más"

-¿Se la ha imaginado? Porque ha tenido al lado a todos los futbolistas que han derramado lágrimas en su despedida.

-No, no me lo he imaginado porque creo que estoy siendo capaz de poder manejar el presente dejando un poco el futuro al lado, aunque llega el momento en que te viene. No lo he dibujado porque lo que va a pasar no va a tener nada que ver con lo que me pueda gustar a mí. Pero evidentemente, pasará lo que tenga que pasar y será inevitable si todo va bien.

Monchi posa en el vestuario. Monchi posa en el vestuario.

Monchi posa en el vestuario. / Juan Carlos Vázquez

-¿Le sorprende cómo la ilusión en el club se renueva siendo capaz de mejorar siempre lo anterior por imposible que parezca?

-Sorprenderme no porque uno trabaja con esa ilusión, pero sí la rapidez. Cuando decidimos que llegara Sampaoli avisaba entre bambalinas que si éramos capaces de tener paciencia el proyecto podía ir bien, pero que a lo mejor nos encontrábamos en la quinta jornada últimos. O sea, de las posibilidades que había Rudi García era una opción más conservadora. Yo no creo en las casualidades y hay un componente grande de trabajo. El club, en gran parte, ha conseguido crear un caldo de cultivo, un ambiente que cualquiera que llega rápidamente se implica y capta la filosofía. Aquí hay una filosofía ambiciosa que late en la atmósfera, pero desde los pequeñitos hasta los profesionales. Ya no es el "dicen que nunca se rinde" o el "Sevilla hasta la muerte", ya es el "quiero más". El otro día me decía alguien que conoce bien a Jovetic de su época en Florencia y en el Manchester que en dos partidos lo había visto correr más que nunca. Y yo digo que Jovetic dice "este Nasri que en el City no corría aquí corre y si Nasri corre, yo tendré que correr". Y eso es todo por un ambiente. Si además tenemos a un entrenador que fomenta ese jugar como en la calle, sin muchos estereotipos y con una manera mucho más libre, la mezcla nos da lo que estamos consiguiendo.

"En Alemania se nos iba todo al garete, pero tuve una conversación con Jorge que marcó el crecimiento inmediato"

-Ha reconocido que el verano fue duro. ¿Qué pensó la tarde en Alemania en que Sampaoli dirigía al equipo con el móvil en las calzonas y en el que tuvo que improvisar una rueda de prensa ante todo lo que llegaba de Argentina?

-Fue duro. En mi concepto de dirección deportiva la relación con el entrenador es clave, el grado de confianza es fundamental y cuando se comienza una relación nueva esa confianza va creciendo con el tiempo y lo que se va dando. Hasta que conocí a Jorge y hasta que él me conoció a mí y empezamos a tener ese feeling tardamos un tiempo. No es que no me conociera cuando se bajó del avión, es que no me había visto en la vida. Y, sin embargo, ese momento en que el proyecto estaba en tenguerengue porque si se iba para Argentina se nos caía todo, se iba al garete, quizá fue el que más nos unió y el que más nos hizo confiar uno en el otro. Estabamos habitación con habitación y un día me aporreó la puerta y me contó toda la película. Ahí yo creo que hablamos los dos mirándonos a la cara y lo que dijimos a los dos nos gustó mucho. Nos hizo ver que éramos gente de fiar. Posiblemente lo que yo escuchara no era lo que yo quería oír en ese momento y lo que oyó Jorge no es lo que él quería, pero fue sincero. Eso cimentó que la relación creciera mucho en poco tiempo y facilitó más el trabajo de futuro.

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