El Fiscal

La sevillana de 101 años que cose con amor los escudos de sus nazarenos

Amparo Carvallo.

Amparo Carvallo. / M. G. (Sevilla)

Cuando ella nació la Semana Santa no tenía el influjo estético de Juan Manuel, la Fox no había grabado las imágenes de Alfonso XIII en la presidencia de unos palcos de la Plaza de San Francisco con camareros, muchos pasos de palio lucían flores de talco, los costaleros llegaban rendidos del muelle, los acólitos eran asalariados y las cofradías no tenían casas de hermandad.  Doña Amparo Carvallo tiene 101 años. Esta semana, otro año más, ha cosido los escudos de capa de sus hijos nazarenos de San Julián. Ella es la luz de todos ellos, pero sobre todo de José María, que ve la vida en azul y plata por los ojos de la Hiniesta. Ella es la fuente de calor del hogar, la depositaria del tesoro de la memoria y la fuerza de los sentimientos. Con sus manos se hace la mejor Semana Santa, la que solo es posible con el inmenso valor del amor, la ternura y la paciencia. Hilo, dedal y cariño. Fe, sentimiento y memoria. Tronco de la que nacieron buenas ramas, bendición de Dios en la tierra y oro puro en cada puntada.