Es el Señor de Sevilla, de una Sevilla en la que cada casa tiene la devoción familiar, pero el Señor es el del Gran Poder. Desde que empezó su besamanos en la mañana del Sábado de Pasión, no ha parado de recibir oraciones de sus devotos en colas interminables que recorrían San Lorenzo. En la medianoche del Martes Santo se produce uno de esos ritos íntimos de los que está lleno la Semana Santa. La subida del Gran Poder a su paso. 

Todo es silencio en la basílica. Sólo se escucha el rachear de los costaleros que acercan el paso para que el Señor baje hasta él. Casi sin percibirlo, el Señor llega a su paso. Los costaleros vuelven a sus trabajaderas para colocarlo en el lugar desde el que esta Madrugada saldrá a recoger las oraciones de todos los sevillanos. 

La próxima Madrugada se podrá contemplar al Señor de Sevilla con una de las mejores piezas bordadas en el siglo XIX. Se trata de una obra que salió en 1880 del taller de las Hermanas Antúnez y que sigue un diseño de Edmigio Serrano.