Arte

El CAAC recrea el "momento mágico" de La Máquina Española

  • Una exposición diseñada a partir de las obras donadas por Pepe Cobo reconstruye la apasionante historia de la galería y la "explosión de creatividad" que sacudió los cimientos de la escena artística

Pepe Cobo, ante una obra de Pepe Espaliú.

Pepe Cobo, ante una obra de Pepe Espaliú. / José Ángel García

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) repasa, hasta el 20 de marzo y en la exposición La Máquina Española, el "momento mágico" que generó la apertura en Sevilla de la galería de Pepe Cobo, y la "explosión de creatividad", impregnada de "descaro" e "irreverencia", que el coleccionista y un puñado de autores propagaron por la ciudad y la escena artística de su tiempo.

Partiendo de la donación que Cobo hizo al CAAC, de la que se exhiben 40 obras, la muestra comisariada por Laura Revuelta explora cómo, acompasados a un país que en la década de los 80 buscaba dejar atrás las convenciones y reivindicaba la libertad y la audacia, los implicados en La Máquina Española, los creadores de la Generación de los 80 y el entorno de la revista Figura, lanzaron una onda expansiva que llegó a captar la asombrada atención del resto del mundo.

Ricardo Cadenas, en la sala dedicada a su obra. Ricardo Cadenas, en la sala dedicada a su obra.

Ricardo Cadenas, en la sala dedicada a su obra. / José Ángel García

Piezas de Rafael Agredano, Patricio Cabrera, Ricardo Cadenas, Pepe Espaliú, Federico Guzmán, Guillermo Paneque y Antonio Sosa dejan constancia de la revolución que se produjo bajo la "batuta iconoclasta" de Pepe Cobo, en la galería que éste abrió en 1984 en Pastor y Landero y que a lo largo de los años trasladaría a otros lugares como la calle San Fernando o la Plaza Cristo de Burgos.

Aunque la mera contemplación de las piezas incorporadas al CAAC con la donación del galerista proponen ya de por sí una emocionante aventura, Revuelta ha querido ilustrar con recortes de prensa, fotografías, catálogos, invitaciones y otros documentos la extraordinaria relevancia que La Máquina Española tuvo en la evolución artística de los 80 y los 90. Cada sala está dedicada a un creador, pero el pasillo sirve como "columna vertebral" que explica la efervescencia de La Máquina Española, que llegó a promover exposiciones en ciudades como París, Ámsterdam y Amberes y a participar en citas como ARCO o la Bienal de Venecia.

"Al comienzo de la muestra vemos", señala la comisaria, "lo que supuso un proyecto así en la vida social de Sevilla, e incluimos textos que merece la pena que se lean. Félix Machuca, por ejemplo, contaba cómo en La Máquina Española se reunían lo mejor y lo peor de cada casa, los bohemios y los sevillanos más típicos", dice Revuelta, que compara a Cobo con "un señorito como Dios manda, al que le gustaba romper moldes, reírse, como Quevedo [a él se debe el nombre de la galería] de propios y extraños".

Un visitante contempla la obra de Rafael Agredano. Un visitante contempla la obra de Rafael Agredano.

Un visitante contempla la obra de Rafael Agredano. / José Ángel García

En esos recortes se aprecia cómo, mientras algunos críticos "no entendían el juego, no eran cómplices" de Cobo y sus aliados, apunta Revuelta, otros jóvenes que se convertirían con el tiempo en referencias del sector entienden y aplauden las "travesuras" de un grupo que "bajaba del pedestal" la iconografía tradicional de la ciudad y estaba dispuesto a bombardear las nociones establecidas del arte. "Me gustan más las discotecas que todo el Renacimiento", sostenía Ricardo Cadenas en una entrevista con Francisco Correal. "A la pintura le falta cabaret, le sobra espíritu conventual, moralidad, trascendencia y muchas éticas mal entendidas cuando no falsas", diría Agredano. Es una generación tan habituada a los pinceles como a expresarse por escrito: entre la documentación recogida destaca un poema que Guillermo Paneque dedica a Pepe Espaliú.

En La Máquina Española se reunían “lo mejor y lo peor de cada casa, el bohemio y el sevillano”

Revuelta aporta un dato que confirma la poderosa intuición de Pepe Cobo: cuando él abrió la galería en Madrid, en 1988, lo hizo con una exposición de la norteamericana Cindy Sherman. "Nadie hasta entonces la había traído a España. En las fotos de ese día, Ouka Leele mira a Sherman como si se le hubiese aparecido una diosa. Es una metáfora de la visión que ha tenido y tiene Pepe Cobo. Apostaba por artistas que los demás desconocíamos, o de los que sabíamos por las revistas pero que gracias a él teníamos allí, en persona", valora la comisaria.

En esa apertura se coló Juan Antonio Álvarez Reyes, hoy director del CAAC pero entonces un estudiante de la Complutense que no quiso perderse, rememora, "ese acontecimiento cultural". Después coincidió, ya como crítico de arte o al mando de instituciones artísticas, a menudo con Cobo, y encontró en él, además de su "grandísima" profesionalidad, "algo fundamental en esta vida: el entusiasmo y las ganas de hacer cosas importantes". Fue el galerista el que, al hacer la donación de sus obras, dio a elegir a Álvarez Reyes y a su equipo lo que les pareciese "mejor para el museo. Creo que eso refleja muy bien su generosidad y el amor que siente por Sevilla, aunque haya tenido una trayectoria nacional e internacional tan importante".

Cobo, por su parte, no quiso explayarse en la inauguración y se mostró reservado con la prensa. "No quiero hablar de mí, esta ya es una exposición muy narrativa, que cuenta muchas cosas", dijo. "Lo único que quiero es dar las gracias y esperar que viváis todo lo que yo viví intensamente", comentó a los asistentes. A su lado, la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, celebraba como "un día de mucha emoción" la apertura de esta muestra. "Hace unas semanas estábamos presentando la donación y hoy es bonito estar en la puesta de largo, ver todas las obras perfectamente colocadas", manifestó, antes de resaltar el "enorme compromiso" de Cobo "con su tierra".

Laura Revuelta (segunda por la izquierda), Pepe Cobo y representantes de la Junta y el CAAC posan en la inauguración. Laura Revuelta (segunda por la izquierda), Pepe Cobo y representantes de la Junta y el CAAC posan en la inauguración.

Laura Revuelta (segunda por la izquierda), Pepe Cobo y representantes de la Junta y el CAAC posan en la inauguración. / José Ángel García

Son dos fotografías de Cobo las que abren y cierran el recorrido por la muestra, ese viaje nostálgico por un periodo vibrante e inesperado de la historia del arte. En la primera, el galerista posa en un sillón señorial, entre una réplica de un retrato de Valdés Leal y obras del añorado Espaliú, anticipando el viaje que aguarda a los espectadores entre las raíces y la modernidad. De su mano, los visitantes asisten a la historia de unos artistas que "no sólo rompen los constreñidos moldes de la tradición sevillana, a la que respetan devotamente a su manera, sino que se convierten en los paladines de la internacionalización del arte español", considera Revuelta. "Hasta la fecha", concluye la especialista, a la creación patria "apenas se le había visto ni conocido al otro lado de los Pirineos".

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