EXPOSICIÓN EN EL CAAC

Jacobo Castellano, la materia de la memoria

  • El CAAC revisa en una exposición coproducida con el Artium de Vitoria las dos décadas de trabajo del escultor jiennense, quien indaga en el pasado y en la afectividad de los objetos cotidianos   

El escultor Jacobo Castellano, con el consejero de Cultura, en la exposición 'Riflepistolacañón'.

El escultor Jacobo Castellano, con el consejero de Cultura, en la exposición 'Riflepistolacañón'. / Belén Vargas

El artista Jacobo Castellano (Jaén, 1976) ha hecho de la materia y la memoria el territorio de su obra, asumiendo ambos conceptos como el principio fundacional del mundo. Todo es paisaje. Y todo es huella en el paisaje. Rastro que cambia. Surco que queda. Señal que se va. Y ahí donde hubo, Castellano interviene. Es un creador que vive en la escultura como un artesano. Trabaja con ideas que se ponen en pie. O que esperan levantarse un día. "Sólo aspiro a que mi obra sea honesta", dice al poco de inaugurar en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) la exposición Riflepistolacañon, que viene a ponerle en hora casi dos décadas de trabajo.  

Porque, a lo largo de todo ese tiempo, ha acumulado una chamarilería de cosas inútiles que han acabado convertidas en algo distinto al pasar por sus manos. Y es el rumor multitudinario de ese almacén lo que ha dispuesto en el Claustrón Sur del monasterio de Santa María de las Cuevas de la isla de la Cartuja. Algo así como un laboratorio abierto por cuatro meses. Una cueva de alquimias sin puertas. "Todo aquello que hay de significativo en mi obra está aquí", asegura el artista jiennense, quien pasó por las aulas de la Universidad de Granada y, ahora, reside en Madrid. Y por dentro lo que viene a proponer es un paseo por la memoria, que tiene siempre algo de salto al vacío. 

La muestra, producida por el CAAC y el Artium de Vitoria, despliega piezas que van desde 1999 hasta la actualidad. Casi veinte años que contienen al artista reflexivo de siempre, que todo lo observa con una precisión demorada. El hierro y la madera, el tejido de arpillera, el silencio hacia dentro de las formas sutiles y con un punto salvaje, dominan esta cita, la más relevante dedicada hasta ahora a Jacobo Castellano. "Siempre nos ha interesado mucho de él su trabajo en torno a la escultura expandida y las acumulaciones de memoria", subraya el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes, acompañado por el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez.

Pero, en el discurso de esta exposición, lo importante no son las piezas sino el recorrido. "No nos ha interesado tanto la exhaustividad cronológica como la relación entre los objetos", explica el crítico Javier Hontoria, comisario de Riflepistolacañon, cuyo título surge de un dibujo infantil hallado por casualidad por el artista que representa distintas armas de combate. Desde esa fórmula es posible adivinar las direcciones del trabajo del escultor, quien tomó vuelo a raíz de una exposición en la galería Fúcares de Madrid en 2005. De piezas fragmentarias, dispersas y, por lo general, de gran tamaño, a otras más concentradas, más contenidas, casi sometidas a un ejercicio de síntesis.

LO QUE VIENE A PROPONER EL ARTISTA ES UN PASEO POR LA MEMORIA, QUE SIEMPRE TIENE ALGO DE SALTO AL VACÍO

Dos ejemplos de esta transición se encuentran en el arranque mismo de la muestra, con Casa I, arropada por María de Corral en la edición de ARCO de 2006, y Sin Título, de 2018, realizada expresamente para esta cita. Ambas tienen su origen en la casa familiar, pero si bien la primera despliega en altura fragmentos y fotografías de rincones domésticos, la segunda apenas acumula un tronco de olivo y un viejo proyector cinematográfico del abuelo del escultor, que regentaba la sala de cine del pueblo. "Las dos obras están unidas por una misma preocupación conceptual y narrativa, pero las formas no tienen nada que ver", apunta Hontoria.    

A partir de este arranque, la exposición se organiza en virtud de las características espaciales del espacio, condicionado por sus accidentes arquitectónicos. Un ejemplo de las particularidades del recinto es la zona central, gobernada por los antiguos hornos de la fábrica de cerámica. Aquí se concentran algunas de las series de trabajo más importantes que Castellano ha realizado en los últimos cinco años, como sus peleles, inspirados en Goya, que exploran el tema del fragmento y la caída. Junto a ellas, en el suelo, algunos de los mejores ejemplos de series como sus personajes o sus zapatos, revisan igualmente el fragmento desde la sugerencia de la presencia humana.

También se detiene Riflepistolacañon en otro de los motivos que impulsan la escultura del artista jiennense: las tradiciones populares y religiosas. La pieza central de esta sala representa un Paso de Semana Santa, en el que se condensa lo popular y lo sagrado, la intensa devoción y las obsesiones que rodean el culto a las imágenes. Una pequeña pieza vertical reúne una alusión al ornamento renacentista y a las esquinas polvorientas de las casas. En lo alto, a una pequeña forma de piedra se suma una esfera en una de las típicas yuxtaposiciones del artista. Son, indudablemente, esculturas, pero hay algo que se sitúa en un estadio previo a la retórica estética.

En la sala final se encuentra una pieza de nueva producción en la que el escultor explora formas cotidianas fundadas en la mezcla. El origen de este trabajo se encuentra en el legado que los colonos jesuitas dejaron en América, del que han derivado comportamientos de carácter popular. Una gran estructura acoge elementos colgantes y otros que descansan sobre el suelo. Aquí conviven "personajes" que asisten a la relación entre las formas colgantes. Parece evocar aquí el artista el tradicional juego de las piñatas, que son golpeadas por palos y bastones para descubrir sorpresas en su interior. Como en otros de sus trabajos, lo lúdico no está tan alejado de la violencia.

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