Orquesta Barroca de Sevilla | Crítica

Un equipo que siempre juega bien

La Barroca, arcos arriba

La Barroca, arcos arriba / Luis Ollero (Espacio Turina)

Cuando un equipo de fútbol tiene sus mecanismos bien engrasados los canteranos entran en la alineación sin que se note bajada alguna de nivel. Así le sucede a la Barroca, una orquesta que da un alto rendimiento aunque invite a sus filas a cinco jóvenes (ciertamente ya buenos profesionales) y aunque el programa no motive particularmente por ser de los de relumbrón, aunque sí una muy bella selección de dos autores importantes en el Barroco medio como Muffat y el gran Corelli.

Los exigentes tempos que impuso la enérgica Martyna Pastuszka, sobre todo en los movimientos rápidos de Corelli, no hicieron dudar a unos brillantes Ignacio Ramal, segundo violín solista, y Mercedes Ruiz al chelo durante todo el concierto. La violinista polaca priorizó en los violines y las violas la claridad articulatoria y el vigor rítmico, especialmente en la muy francesa suite que abrió el concierto. Cambiando los roles habituales, curiosamente fue esta vez el bajo continuo –de sonido algo entubado en el extremo grave– el que prefirió el legato sobre la debida nitidez rítmica.

Siempre desde un suntuoso sonido orquestal (hasta diez violines) la Barroca alcanzó sus momentos más expresivos en la densa suite en mi menor de Muffat, un autor siempre original que condujo la velada hacia las lucidas obras finales de Corelli y Vivaldi, tan emocionantes como vistosas.

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