¿Qué sucede con las 'kellys'?

Salvan vidas, de la misma forma y en el mismo orden que los médicos, con la herramienta efectiva de la desinfección

Manifestación de las Kellys en Huelva.

Manifestación de las Kellys en Huelva. / Canterla

Pasan de habitación a habitación, doblegando sus esfuerzos porque todo quede limpio, más que antes, si cabe. En cada una de ellas sienten el miedo, la soledad de los pacientes y la esperanza cuando alguien sale de esto y cruza el umbral de hospital para volver a casa. Son un eslabón más de esta cadena que cada noche es ovacionada desde los balcones. Pero que nadie recuerda cuando utiliza solo el término de "sanitarios". No llevan mascarillas ni protección, porque no hay para nadie en esta crisis del Coronavirus, así que se protegen como pueden. Muchas de ellas han optado por fabricarse mascarillas con telas de colores vistosos. No protegen igual, pero suponen una barrera ante el contagio.

Fuera del hospital el ritmo sigue también para las limpiadoras de oficinas. Ellas también están en el día a día de los escasos trabajadores que no hacen la cuarentena desde sus casas, pero que mantienen las distancia de seguridad de puesto a puesto. O bien por imposición empresarial o bien por iniciativa propia. Han cambiado la rutina y ahora el trapo con el que limpian las superficies de trabajo se desinfecta cada 5 minutos con una solución de agua y alcohol. Pasan varias veces por el mismo sitio y con el mismo sigilo de siempre ayudan a que este virus tan silencioso como ellas no se propague más.

Para mí también son heroínas con o sin título, que se están dejando la vida por nosotros. Que regresan a sus casas con el miedo de contagiar a los que más quieren, pero sienten que están donde hay que estar, protegiendo a los demás como han hecho siempre. Porque en este desempeño también hay vocación, y más de la que se piensa. La misma que afecta a sus compañeros de bata blanca o al de los espaciados oficinistas que no paran de darle a la tecla. Salvan vidas, de la misma forma y en el mismo orden que los médicos, con la herramienta efectiva de la desinfección. Así que ya es hora de que alguien se lo reconozca.

Por eso, cada vez que salgas al balcón o al patio de casa, cuando hoy lo hagas a las ocho de la tarde, aplaude también por ellas. Por las limpiadoras de este país que durante años han sufrido el desprecio indignante de quienes las ven inferiores o de quienes creen que pueden decirles cómo hacerlo como si fueran marionetas obedientes. Aplaude por Rocío, por Victoria, por Macarena, porque te están salvando la vida, a ti, a los tuyos y a todos los demás y ya es hora de reconocerlo. Y que la memoria sea tan fuerte que cada vez que nos crucemos con una, cuando todo esto haya acabado, le ofrezcamos el mismo respeto que a un graduado en medicina. Porque será señal de que al final el Coronavirus habrá hecho algo verdaderamente importante por nosotros, convertirnos en mejores personas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios