Esta noche en el Aero, el toreo vuelve a ponerse de frente como se pone cada año desde hace doce más uno. Esta noche se entrega el Memorial Manolo Vázquez que cada año lustra la agenda de vísperas, de este tiempo de cornetas y tambores que presagia clarines del miedo para que sea lo que tenga que ser en el amarillo albero. Si el añorado Manolo ponía el toreo de frente con su muleta en la izquierda, su esposa quemó los últimos años de su vida en la obsesión de que la memoria de su Manolovázquez latiera en el corazón del toreo. Hoy es su hijo Manuel el que sigue manteniendo una llama que nunca debería apagarse y esta noche, un torero que acaba de irse, un héroe auténtico, recibe un premio que ya es anhelado por cuantos visten de seda y oro. El agraciado es Juan José Padilla, un torero que supo sobreponerse para que la tragedia lo catapultase a la gloria.
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