La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El amor tardío

Todos saben de ti, pero pocos te miran cara a cara y con la pausa que marca una sevillana lenta Los siete peligros de la Feria de Sevilla La tertulia El Zaguán en la caseta del Labradores

Una mujer de flamenca en la Feria de Sevilla.

Una mujer de flamenca en la Feria de Sevilla. / B. V. (Sevilla)

Tu gran verdad es que no eres de verdad. O quizás eres la prueba de la estrechez de los límites entre la verdad y la mentira. Siempre sé cómo llegas, nunca cuándo acabas ni mucho menos cuándo te marchas, que a veces te despides a las bravas, o no te despides y simplemente desapareces, o dices adiós más veces que el crío que agita el pañuelo en la vieja estación al primer rugido de la locomotora. Hay tanta gente que no te comprende, tantos que te adulan, tantos que solo te quieren para un ratito, no pocos que te echan de menos en la diáspora y casi nadie te canta, pregona o exalta. Mira que eres bella sin eclipsar  ninguna hermosura ajena. Eres generosa, nada altiva, amable y simpática. Quizás si estiraras más el cuello ganarías algunos críticos, pero serías más respetada y, por tanto, más ensalzada desde atriles oficiales. Tragas con casi todo. Cada cual te cuenta según le va. Siempre generas opiniones variadas, como el juego de los toros de cualquier festejo. A tu encuentro siempre se acude en compañía, nunca en soledad. No eres para verte cara a cara, en silencio y para ponerse a meditar, sino para agarrarte por tu imposible cintura al calor de la jarana. Y tu cintura, ay, siempre se escapa como las mejores horas, como los días en que nadie nos faltaba, como el viaje en la noria de la vida, que un día se detiene, nos mandan bajar y quedan las vistas preciosas que da la perspectiva de una vida larga y honda.

En el fondo eres, amor tardío, una gran desconocida porque el calendario siempre te hace llegar al humo ya alto de una candelería apagada. Eres como las personas que irradian luz: generas recelos. El que te tiene garantizada no aprecia tus hechuras. Y el que no puede contigo por selecta y restringida te critica como la zorra a las uvas. Eres de fábula, eres de verdad y de mentira, eres querida y también rechazada, eres bella de día y de piel cuarteada por las noches, eres joven atrevida y vieja dama prudente. Todos saben de ti, pero pocos te miran cara a cara y con la pausa que marca una sevillana lenta. Tal vez eso eres tú: una letra cantada con cadencia serena con la que pocos se atreven a invitarte a bailar. Y el osado que te saca siempre, al final, te pierde. Te escapas como el globo del niño que acaba en una danza mareante por los cielos. Y dejas una foto difusa como una nube de algodón rosa. Hermosa, imposible, tremenda y embaucadora.

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