Tomás garcía

Doctor en Biología

El árbol cresta de gallo en Sevilla

El primero se plantó donde se levantaba hasta la segunda mitad del XIX la artística Puerta de Jerez

El árbol cresta de gallo, llamado también árbol de coral o seibo en sus regiones nativas, es una de las plantas que fueron traídas para embellecer Sevilla con motivo de la celebración en 1929 de la Exposición Iberoamericana, al igual que otras especies como la jacarandá. Es una leguminosa arborescente que recibe la denominación latina de Erythrina crista-galli por el grana carmesí de unas espectaculares flores que recuerdan la cresta de un gallo, las cuales atraen aves polinizadoras y mantienen una semejanza cromática con los corales marinos que motivan su nombre de árbol de coral. Presenta un porte recortado que puede alcanzar los ocho metros de altura, un tronco grueso con ramas espinosas que se retuercen con la edad y largas hojas compuestas de folíolos trifoliados color verdemar. Oriundo de regiones tropicales de países sudamericanos y propio de zonas pantanosas sin temperaturas bajas que puedan impedir el desarrollo de sus brotes tiernos, su flor es un emblema de Argentina y de Uruguay. Podemos decir, sin lugar a dudas, que es uno de los árboles más hermosos entre todos los que se hallan en la ciudad, aunque su presencia es escasa debido a que el proceso de aclimatación nunca ha sido fácil. El comienzo de su floración en nuestras latitudes suele acontecer en el mes de mayo.

El primer árbol cresta de gallo que arraigó en Sevilla es el que se ubica entre una puerta de entrada peatonal y el acceso de vehículos al Hotel Alfonso XIII en la calle San Fernando, presentando lacerantes huellas en el vetusto tronco por la partición sufrida hace décadas durante un temporal ventoso que casi supuso su desaparición. Por tanto, fue plantado en el mismo lugar donde se levantaba hasta la segunda mitad del siglo XIX la artística Puerta de Jerez de la antigua muralla almorávide y al mismo tiempo que se erigía el maravilloso edificio de estilo regionalista de dicho establecimiento hotelero, trazado para la Exposición de 1929 por el gran arquitecto José Espiau Muñoz.

Los Jardines de la Caridad o del Maestranza –inaugurados en 1902– contienen dos cresta de gallo, sostenidos por puntales, en un enclave colindante con los románticos paseos ribereños decimonónicos, y donde hoy nos podemos sumergir en un bosquecillo tapizado por magníficos especímenes de jacarandá, magnolio blanco, algarrobo, árbol del fuego, olivo, dombeya... Además de los descritos anteriormente, existen otros de mayor o menor porte en diversos lugares de Sevilla: Parque de María Luisa, Jardines del Rectorado, Plaza de la Concordia, Parque Celestino Mutis, Parque Guadaíra y algunos más. Todos han de ser cuidados con mimo dada su escasez y su exótica belleza, así como por establecer estrechos vínculos con jardines singulares o espacios monumentales de relevancia histórico-artística.

“Allí, bajo las ramas nerviosas y apartadas,/ teniendo por doseles tus flores de carmín,/ también su hogar aéreo suspenden los boyeros,/ columpio predilecto del céfiro feliz” (El seibo, Rafael Obligado).

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