Marcos Pacheco Morales-Padrón

Historiador

Una ciudad sin compromiso con su puerto

El autor señala que el Puerto de Sevilla está perdiendo competitividad, y necesita la atención de todos para reclamar a las administraciones un trato justo respecto a otros

Una vista de la terminal de contenedores del Puerto de Sevilla, junto al puente del Centenario, y de sus muelles.

Una vista de la terminal de contenedores del Puerto de Sevilla, junto al puente del Centenario, y de sus muelles. / Puerto de Sevilla

Luchamos por evitar que Sevilla y su entorno vivan de espaldas al Guadalquivir, cuya expansión portuaria siempre estuvo unida a las épocas más florecientes de la ciudad. Pero la verdad es que hoy el río sigue pasando casi desapercibido entre los sevillanos, más allá de su contemplación y recuerdo fotográfico para Instagram. Acostumbrados por la historiografía o los más sabios a unir su existencia a las calamidades de las riadas o al puerto viejo del Arenal, ahora la dársena, en el imaginario colectivo, es más bien sinónimo de ocio nocturno que de actividad portuaria.

Pecado de lesa sevillanía no luchar por sus muelles, ya que ninguna ciudad abandonaría la ventaja competitiva que le da tener el único puerto marítimo de interior de España. Esto se debe a que, aunque duela decirlo, el de Sevilla aún hoy sigue siendo una vaga referencia para la ciudadanía; políticos y empresarios incluidos. A pesar de ello, concentra un gran dinamismo económico, ramificado en la estiba, los servicios y la industria, que da trabajo a más de 20.000 personas y aporta el 10% del PIB de la capital. A pesar de estas cifras, a todas luces excelentes, si apagamos la corriente no podremos engañar al lector, puesto que se desvelará que el Puerto de Sevilla lleva desde 2016 estancado y con caída de tráfico (el año pasado se movieron casi el mismo número de toneladas que en 1999). Si no está familiarizado con los puertos, debe saber que estos tradicionalmente juegan en una liga en la cual gana el que más toneladas manipule al finalizar el año. Esto mayormente depende de su zona de influencia, las infraestructuras propiamente portuarias o de comunicación, el peso poblacional y la industria asentada, entre otros factores directos e indirectos.

El de Sevilla no es un puerto anclado que muere con el correr del tiempo por su condición, insólita, de fluvial. No pretendemos invalidar cualquier solución posible y constructiva y dejar sus muelles tal como están, como carroña inmobiliaria, mientras otros crecen. Pero sí notamos una cierta parálisis de este. Afirmar que el Puerto de Sevilla se hunde y es culpa de los sevillanos, no es así. Tampoco que nuestras condiciones de acceso (limitación del calado del Guadalquivir y demoras en el servicio de practicaje) estén en inmejorables condiciones. Pero, a pesar de todo ello, el de Sevilla es un puerto valiente, pero callado, que todavía lucha por conocer a su principal benefactor, como detractor: el propio Guadalquivir. Este se niega a ceder los ansiados ocho metros de calado para que entren barcos con mayor carga (seguimos con prácticamente la misma profundidad que en 1982), mientras tiene mérito que haya empresas que sigan invirtiendo aquí.

Pero ¿saben los lectores que entre los puertos más importantes del mundo hay muchos que están en un río europeo? El más importante, Rotterdam (Holanda), está en el Mosa a 30 km del mar, seguido de Amberes (Bélgica) sobre el Escalda a 60 km, Hamburgo (Alemania) en el Elba a 100 km, y Londres (Reino Unido) sobre el Támesis a 113 km. Según ello, el puerto más importante de España debiera ser el de Sevilla; una idea que ingenieros, siempre foráneos, como Moliní y Brackenbury, ya en la primera mitad del siglo XX defendieron porque ellos siempre lo han tenido en mejor consideración, y que con el canal Sevilla-Bonanza tuvo su último coletazo.

Ahora la dársena es más bien sinónimo de ocio nocturno que de actividad portuaria

Por tanto, ¿tiene sentido revitalizar y hacer competitivo un puerto fluvial cuando a menos de cien kilómetros hay otros? ¿Les parece, pues, lógico acabar con un negocio que, como curiosidad, anualmente retira de las carreteras de Huelva y Cádiz al orden de 160.000 camiones? Es el puerto más respetuoso con el medioambiente de España. Entonces, ¿dónde está el problema? El Puerto de Sevilla está perdiendo competitividad, y necesita la atención de todos para reclamar a las administraciones un trato justo con respecto a otros, dada su solitaria condición tierra adentro. Afortunadamente, y por el momento, el hecho de poder desembarcar ochenta kilómetros en el corazón de Andalucía hace que a las empresas les compense los mayores costes de nuestro puerto, por lo que se ahorran el transporte por carretera. Pero esta situación no va a durar mucho más. El tráfico marítimo requiere barcos de gran tonelaje y en unos años la diferencia de fletes con los puertos vecinos se hará tan llamativo que Sevilla ya no será competitivo, como ocurrió en el siglo XVIII.

Ya lo decía Francisco Clavero, presidente de la Junta de Obras del Puerto, el 04/12/1954 en una entrevista: "el problema de la Junta de Obras del Puerto de Sevilla es de tipo económico. Tenemos que atender al puerto y a los cien kilómetros de canal hasta Bonanza. Es una atención que excede, por consiguiente, del área local y que entra de lleno en el tipo nacional". A continuación de dichas declaraciones, José María Ybarra, presidente de la naviera sevillana del mismo nombre, apostillaba que: "no puede sostenerse que el puerto mantenga una ría de cien kilómetros con sus específicos arbitrios. El problema de la ría sevillana es un problema nacional, que compete resolverlo al Gobierno". Declaraciones que recuperamos de total actualidad.

En este sentido, asociaciones como ProSevillaPort o Propeller Club, quienes engloban a multitud de empresas logísticas, industriales, estibadoras y de servicios complementarios, reclaman a la Administración la atención que el Puerto de Sevilla se merece. Desde una regulación especial del servicio de practicaje (el más largo del sistema portuario español), la reducción del impuesto del IBI, el funcionamiento efectivo de la Zona Franca, el soterramiento de los cables de alta tensión de Endesa que imponen una limitación aérea, etc., etc. Aunque, el mayor de todos los problemas son los accesos con calados suficientes para atender la demanda de los buques actuales.

En fin, creo que con lo expuesto es bastante y ya es hora de que nuestras autoridades se convenzan de que la primera y principal industrial de Sevilla es su puerto, y que dándole vida al mismo, al igual que se hace en otras ciudades españolas que tienen puerto, una buena parte del censo de parados que tenemos actualmente dejaría de existir al poder trabajar en industrias fuertes y de porvenir seguro. Porque Sevilla siempre ha sido grande cuando su puerto estuvo bien atendido, pero o nos tomamos en serio el relanzamiento de su actividad o, de esta, si seguimos en este plan, sin más horizonte que la miopía del corto plazo, nos acabamos de cargar el invento. Y si no, al tiempo.

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