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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La violencia de los corderos

He decidido dedicar mi vejez a la escritura de un ensayo que tratará de cómo las ovejas agreden a los lobos

Un momento del rifirafe.

Un momento del rifirafe. / DS

SAN José Ortega y Gasset, apóstol del laicado español, ya advirtió de que el corporativismo es uno de los grandes males de la patria. El del periodismo, sin ir más lejos, fue en tiempos uno de los gremios más entregados a este ejercicio de onanismo comunitario, hasta que la polarización a la que nos han llevado los lectores tardíos de Carl Schmitt hizo saltar por los aires la vieja y falsa camaradería de los plumillas. Hoy todos se ponen verdes unos a otros. Y es una pena, porque yo fantaseaba con la idea de pasar mi vejez como un francotirador que me dedicase a criticar sin piedad la labor de mis ex compañeros. Tenía puesto hasta nombre a la columna: “Perro a la plancha”. Sería mi manera de mofarme del viejo y falso lema “perro no come perro”. Y digo falso porque el de las noticias es un colectivo –imagino que como casi todos– que gusta de la murmuración y del despelleje de los compañeros. Eso de “los cínicos no sirven para este oficio” es, sencillamente, falso. Lo siento, Kapuscinski.

La polarización está haciendo un daño tremendo al periodismo (empezando por el arribafirmante, que no me voy a autoamnistiar como Puigdemont). Lo hemos visto con el asunto de Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid. Principalmente por la falsedad de la gran mayoría de los titulares. El portavoz de Vox no lanzó ninguna botella contra el concejal de Más Madrid Eduardo Rubiño. Se ve clarísimamente en los vídeos. Es cierto que Ortega pierde los papeles, se comporta como un chuleta de discoteca, agita una carpeta de manera amenazante y derriba una botella de agua mineral. Pero nada más. Sin embargo, leyendo a algunos del gremio parece como si el edil derechista hubiese vaciado el cargador de su Astra 400 en el pecho de san Rubiño mártir.

Lo curioso es que si hay un partido que ha aguantado agresiones en la calle es Vox. La casuística es enorme. Y esos mismos periodistas que hoy se desgañitan apenas nada dijeron o, directamente, afirmaron que los del partido de Abascal eran unos “provocadores”. Me imagino que lo mismo que el señor Rubiño, quien por lo bajini le dijo “qué asco” a Ortega Smith después de usar su derecho a la palabra. ¿No es eso también matonismo?

Descartada mi futura columna “Perro a la plancha”, he decidido dedicar mis días finales a la escritura de un ensayo: La violencia de los corderos. Tratará de cómo las ovejas agreden a los lobos. ¿O creen que algunas palabras de pitiminí no son también una forma de violencia?

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