Presidente de la Asociación Histórica Retiro Obrero (AHRO)

Basilio Moreno: “Queremos vivir en nuestro barrio, no en el que nos quieren imponer”

  • Ha dedicado gran parte de su vida a la investigación, difusión y defensa de la barriada Retiro Obrero

  • El Colegio de Arquitectos ha premiado este año la labor de la AHRO, de la que es cabeza y corazón

Basilio Moreno, en la Avenida de Miraflores.

Basilio Moreno, en la Avenida de Miraflores.

Basilio Moreno García (Sevilla, 1961) pasea por la barriada Retiro Obrero con una mezcla de amor y enfado, lo mismo se detiene para enseñarte un azulejo histórico o un pequeño jardín familiar que para mostrarte indignado alguna tropelía urbanística o arquitectónica. Este veterano en mil batallas por el patrimonio sevillano es, siguiendo el manoseado poema de Brecht, uno de esos hombres que luchan toda la vida. Es decir, de los que merecen la pena. También es un ejemplo de cómo el estudio de la historia de los lugares, lejos de ser un ejercicio de erudición folclórica, puede ser una herramienta fundamental en la mejora de la vida de los vecinos. Gracias a la Asociación Histórica Retiro Obrero (AHRO), fundada en 2004 por Basilio Moreno y otros vecinos, se consiguió cambiar el PGOU de 2006, que contemplaba destrozar el barrio con una gran avenida, y se paró el derribo de la mayor parte de la antigua Fábrica de Vidrios de la Trinidad. Hoy, este antiguo complejo fabril va camino de convertirse en centro social para atender las necesidades de los vecinos (sobre todo de los mayores) y en un museo que guarde la memoria industrial del entorno. La nueva batalla es impedir que la gentrificación y la turistificación acaben con la identidad de la zona. Su libro ‘Retiro Obrero. Una barriada inusual’ es fundamental para el conocimiento de la historia de la Sevilla trabajadora del siglo XX.

–Estamos tomando café en el Bar Pepe, en la que fue la antigua fábrica de sedas Santiago Pérez, quizás una de las últimas dedicada a este noble arte.

–Fue la última. Se construyó en 1917. Es un edificio magnífico, obra de Aurelio Gómez Millán, hijo de Gómez Otero, el famoso arquitecto sevillano que reconstruyó la Casa de la Moneda y fue jefe de Obras Municipales.

–En un artículo, Tomás Rodríguez comentaba recientemente la larga tradición sevillana en la fabricación de seda.

–De ahí la costumbre de criar gusanos de seda en los hogares. Hoy ha quedado como una afición de niños, pero en su tiempo era un ingreso extra para muchas familias sevillanas. La fábrica de Santiago Pérez no duró mucho, unos diez años. No sabemos muy bien si cerró por enfermedad de sus propietarios o por ruina. Se vendió y se empezó a utilizar como almacenes del desaparecido Bazar España.

–El que se derrumbó un 31 de diciembre de 1998 provocando cinco muertos. Un auténtico drama.

–Exacto. Fue una tragedia.

–En cualquier caso, estamos ante uno de los muchos edificios industriales que había en esta zona de la Avenida de Miraflores. Seguimos sin ser conscientes de la riqueza patrimonial de este barrio. Un Mánchester sevillano.

–En su día, junto a Julián Sobrino y Nicolás Salas, llegamos a la conclusión de que Miraflores había sido el primer polígono industrial de la ciudad de Sevilla. Nació cuando el espacio industrial se alejó del Puerto, buscando la cercanía de la mano de obra y aprovechando la comunicación directa tanto con las naves de Renfe de San Jerónimo como con los muelles del río gracias a la calle de Arrebolera [actual tramo de María Auxiliadora] o de la Industria. Lo primero que se construyó, en el solar que después estuvo el Bazar España, fue la fábrica que se dedicaba a la salmuera de la aceituna.

El entorno de la Avenida de Miraflores fue el primer polígono industrial de la ciudad de Sevilla

–Quizás el edificio más emblemático, la catedral de Miraflores, fue la Fábrica de Vidrios de la Trinidad.

–Es desde luego el más grande y el que más tiempo ha perdurado. Pero tampoco hay que olvidar la gran Fábrica La María, dedicada al textil, en cuya casa de los propietarios sigue viviendo el escultor y profesor de Bellas Artes Jaime Gil Arévalo. La María fue la primera fábrica que usó el telar mecánico en Andalucía. Era una factoría muy potente. Fue fundada en 1888 por Pedro Lázaro Sánchez y estuvo funcionando hasta principios de los años setenta. Llegó a tener cerca de 300 trabajadores. Primero estuvo en la calle Luchana, luego en la calle Tarifa y, finalmente, aquí en la Huerta de la Barzola. Hoy acoge bloques de apartamentos.

–¿El escultor Jaime Gil Arévalo es descendiente de los propietarios?

–Sí, él heredó el gen artístico de la abuela, una señora que dibujaba muy bien y que estaba vinculada al mundo de la cultura en Sevilla. Su libro de visitas tiene dibujos y textos poéticos de los Machado, los Álvarez Quintero, Lorca... Una de las obras más conocidas de Jaime Gil como escultor es la rotonda de la Pañoleta en homenaje al toreo.

–¿Lo consideramos hijo predilecto de Miraflores?

–Por supuesto. Era una familia que provenía de Extremadura, donde poseía fincas. Tenían un profundo concepto de la colaboración social. Durante la guerra ayudaron a muchísimas personas. El origen de la fábrica fue un taller donde enseñaban a las mujeres a leer, escribir y coser para que se pudiesen buscar la vida.

–Es usted presidente de la Asociación Histórica Retiro Obrero. ¿Cuál fue su origen?

–En el año 2004, cuando se hizo la exposición pública del PGOU, que se aprobó en 2006, nos dimos cuenta de que contemplaba una intervención urbanística sobre la barriada que suponía el derribo de 19 casas para hacer “una gran avenida”. Esa fue la chispa que hizo que los vecinos nos uniéramos para la defensa de nuestro hábitat.

El Retiro Obrero es un claro ejemplo de un barrio diseñado pensando en las necesidades de la gente

–Y lo consiguieron. Después vendrían las movilizaciones para evitar el derribo de partes importantes de la antigua Fábrica de Vidrios la Trinidad. Tuvieron que luchar contra muchos intereses políticos y económicos.

–Estuvo muy amenazada. Veíamos que en el barrio necesitábamos espacios para uso social y que la Trinidad, por metros cuadrados e historia, era un sitio perfecto. Ahora estamos muy satisfechos de lo que hemos conseguido en 19 años. Hoy en día se conservan cinco naves y no sólo una como se pretendía. Además, hemos conseguido dos aportaciones económicas muy importantes: una del Ayuntamiento de 2,7 millones de euros y otra de la misma cantidad por parte de la Unión Europea. Ese dinero nos va a permitir conservar y usar los espacios. La nave más grande será un espacio expositivo con la historia industrial de la zona: la Trinidad, La María, la fábrica de sedas, la de Aramburu... Otra nave se va a habilitar como espacio social, con especial hincapié en un centro de mayores. Entre otras cosas tendrá un comedor para garantizar la calidad alimentaria de nuestros mayores.

–Hablemos de la barriada Retiro Obrero, el ‘corazón’ de la zona de Miraflores. Usted tiene publicado un libro sobre ella.

–El Retiro Obrero, como digo en el libro, es una barriada inusual, más a principios del siglo XX, un claro ejemplo de cómo un espacio urbano se genera pensando en los que van a habitarlo. Hay que destacar la labor del arquitecto José Gómez Millán, persona muy comprometida con la construcción social (hizo la Cruz Roja de la Ronda, en principio un albergue para pobres; la Casa Cuna; la barriada social del Porvenir...) que la concibió como una ciudad jardín para trabajadores. La institución Retiro Obrero, creada en 1919 –la madre de la Seguridad Social–, era conocida popularmente como “la perra gorda”, porque era la cantidad que pagaban mensual y voluntariamente los trabajadores para asegurar su jubilación a los 72 años. Aprovechó un dinero que tenía para, en vez de gastárselo en gambas, construir esta barriada entre 1927 y 1935.

–¿Y alguna persona importante además de José Gómez Millán?

–Amante Laffón, alguien al que Sevilla le debe mucho, y el general Antonio Ollero y Sierra, entre otros. El primero era presidente del Patronato de Casas Baratas y el segundo, presidente de las Cajas de Ahorro de Andalucía Occidental. Buscaron un terreno cercano a un espacio fabril, como era la zona de Miraflores. Tenga en cuenta que en 1928, cuando comienza el proyecto, había aquí más de diez instalaciones industriales. El terreno elegido fue la Huerta de la Pintada.

–¿Cuántas casas se hacen?

–200 viviendas en lo que se llaman “los grupos” (los bloques) y 300 viviendas unifamiliares, con y sin jardín.

–Tuvo que ser una revolución.

–Una auténtica revolución. De hecho, vinieron de Europa a conocer el proyecto. Quedaron sorprendidos, no sólo de las calidades y la salubridad que tenían las viviendas, sino del diseño urbanístico: un barrio con calles de no menos de ocho metros de ancho, con espacios comunes, como economato (con frutas, verduras, pescadería, carnicería...), escuelas masculina y femenina, guarderías de cuna y superior, iglesia, casa de baños y piscinas, un dispensario médico. Algo totalmente inusual para la época.

–¿Hay una estimación de lo que ha destruido la piqueta?

–La arquitecta Laura Hacha nos hizo un estudio en 2020 sobre el barrio y llegó a la conclusión de que se ha perdido un 48% de la construcción original. Esta destrucción ha afectado sobre todo a la acera de los impares de la Calle Amante Laffón (un 68%). En cuanto a los bloques se conserva un 89%. De las casas de las demás calles se conserva en general un 58%.

–Usted tiene una auténtica relación de amor con la barriada, sin embargo no nació aquí.

–Desde que trabajaba como profesor de informática en Pino Montano siempre que pasaba por la avenida de Miraflores me atraía mucho el carácter del Retiro Obrero y su entorno. Además, mi compadre se compró una casa aquí y yo hice todo lo posible también por venirme. Me esmeré muchísimo en tener la casa de mis sueños. No hablo de una vivienda suntuosa, sino una que cubriese mis necesidades familiares y en la que me sintiese a gusto, que creo que es lo que he conseguido. Fui poco a poco conociendo la historia de la zona y, para lo que muchos era una barriada vieja, para mí fue mi lugar en el mundo.

Laura Hacha hizo un estudio y llegó a la conclusión de que se había perdido un 48% de la construcción original

–Hoy en día la zona de Miraflores es una zona muy dinámica de Sevilla, con muchas familias jóvenes profesionales que se están viniendo a vivir.

–Es que tiene mucho encanto. Pero no sé si esto es para bien o para mal. Afortunadamente están llegando matrimonios jóvenes que están propiciando una regeneración del barrio. Son gentes con energía y ganas, que se hacen de la Asociación, que aprecian la historia del barrio. Pero también hay un peligro de que a Miraflores le ocurra lo mismo que a Triana, que ha sido víctima del turismo y la especulación urbanística.

–¿Teme a la turistificación y la gentrificación?

–Eso está llegando ahora aquí y nos preocupa. Los apartamentos turísticos han crecido muchísimo.

–Actualmente, las mayores agresiones al patrimonio histórico no se están produciendo en el centro, sino en la periferia. Lo hemos visto en la Palmera, el Porvenir, Nervión...

–Hay muchas buenas palabras por parte del Ayuntamiento pero no hechos. Hay que hacer un plan de protección para todo el entorno de Retiro Obrero, la avenida de Miraflores y sus orillas. Estamos cansados de hablar con Urbanismo para cerrar este asunto. Pero allí siempre son partidarios de, mientras más obras y licencias, mejor. Recientemente hemos asistido a una maniobra que nos temíamos. Afecta a los solares donde estaban la casa de baños y la administración de la barriada. Pertenecían a la Tesorería de la Seguridad Social y, de aparecer en el PGOU como de interés público y social, poco a poco se han convertido en lugares de iniciativa libre. Lo llevamos denunciando desde 2008 y, recientemente, los han vendido para especular. Nos preocupa que construyan bloques de viviendas que provoquen una sobrepoblación del barrio, lo que llevará a una pérdida de identidad. Cada vez más, las licencias que están otorgando no miran por la conservación patrimonial. En pleno 2018 nos han construido un búnker dentro del barrio, una casa forrada de mármol, con ventanas estrechas, que nada tiene que ver con el regionalismo propio del Retiro Obrero. Nos preocupa muchísimo. Queremos vivir en nuestro barrio, no en el que nos quieren imponer. Están viniendo empresas constructoras que lo único que les interesa es el dinero. El Ayuntamiento tiene que implicarse.

Hay peligro de que a Miraflores le ocurra lo mismo que a Triana, que ha sido víctima del turismo y la especulación

–Cuáles son sus rincones favoritos de Retiro Obrero.

–Tengo muchos. Uno de los principales es donde está la placa cerámica en homenaje a Amante Laffón. Se había perdido cuando derribaron el antiguo edificio de Administración y, tras mucho trabajo, conseguimos, con la colaboración del Ayuntamiento, recuperarla. La curiosidad es que el escudo que tiene es del año 34, por lo que es republicano. También me gusta mucho el rincón de la casa del cura. El actual párroco, el padre Israel, está muy implicado. Es muy joven y simpático. Yo, siendo ateo, le llamo padre. Por supuesto, la puerta del actual colegio concertado Sagrado Corazón de Jesús o, cómo no, los pequeños jardines de mi casa y la de mi vecina. Allí nos ponemos al día de los cotilleos.

–Recientemente, la Asociación Retiro Obrero ha sido galardonada por el Colegio de Arquitectos por su lucha histórica.

–Ha sido una satisfacción. Se lo agradecemos muchísimo. Ha demostrado una gran sensibilidad al fijarse en esta asociación. Este premio lo vamos a utilizar en defensa de la barriada. ¿De qué serviría si no? Siempre hemos tenido arquitectos que nos han apoyado. Especialmente, Miguel Ángel de la Cova, que es profesor de la Escuela. Todos los años explico a sus alumnos nuestro movimiento, cómo es un PGOU de cara a la ciudadanía y cómo la arquitectura tiene que estar implicada con el entorno, que no puede ser algo ajeno a lo que se vive.

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