Efeméride

125 años de la 'Marcha Fúnebre' que compuso Turina para el Señor de Pasión

El Señor de Pasión el pasado Santo Entierro Grande

El Señor de Pasión el pasado Santo Entierro Grande / Juan Carlos Vázquez

Es Pasión una de las hermandades más estrechamente vinculadas a las diferentes disciplinas del arte y las inquietudes de la expresión humana: escultura, literatura, pintura y, por supuesto, música. Prácticamente nos asomamos una tarde cualquiera al altar de la capilla sacramental del Salvador y hallamos, frente por frente y como reproducido de un milagro, la imagen del Señor de Pasión, cima de la imaginería de su tiempo y depositario de las más absolutas perfecciones anatómicas y del idealismo platónico. Desde entonces, desde el propio Martínez Montañés, son numerosos los nombres que han formado parte de su nómina de hermanos. 

Entre ellos se encuentra Joaquín Turina Pérez, insigne compositor situado entre los más célebres de su tiempo. La música andaluza y española -el nacionalismo- encarnó, a principios del siglo, uno de los momentos más esplendorosos y brillantes, y la irrupción del propio Turina (nacido en la actual calle Buiza y Mensaque) propició que la ciudad se ubicase en el mapa de su contexto, junto a otros autores como Isaac Albéniz o Manuel de Falla. La vinculación con la cofradía del Salvador la hereda directamente de su padre, el pintor Joaquín Turina y Areal, que desde edad temprana retrataba escenas costumbristas y devocionales. Uno de sus lienzos más recordados es, precisamente, el que refleja a Montañés (1890) viendo salir la cofradía desde un templo indeterminado -que parece ser San Miguel- y con el cirineo acompañando al Señor, una estampa absolutamente anacrónica. 

Montañés presenciando la salida de Pasión Montañés presenciando la salida de Pasión

Montañés presenciando la salida de Pasión / Joaquín Turina y Areal

Su hijo, Turina Pérez, ingresó en la nómina de la hermandad a finales del siglo XIX, concretamente en 1898, y desde el primer instante compuso varias piezas para la corporación, entre ellas, unas coplas con letra de Muñoz y Pabón. Pero la obra más renombrada, y justamente rescatada del olvido en la última década, es la Marcha Fúnebre a Nuestro Padre Jesús de la Pasión, compuesta en 1899 y de la que se cumplen, ni más ni menos, que 125 años. 

La marcha fue instrumentada por Manuel Font Fernández de la Herranz, insigne músico y arreglista del que ya hemos hablado en esta cabecera en alguna otra ocasión. Es una figura esencial para comprender el devenir interpretativo de la música procesional, puesto que instrumentó la mayoría de las obras de sus hijos Manuel y José (Camino del Calvario, Soleá, dame la mano o Amarguras) y otras obras coetáneas a la de Turina, como La Coronación de espinas de Lerdo de Tejada o la propia Virgen del Valle. 

José Manuel Castroviejo nos refiere que la Marcha Fúnebre llegó a interpretarse en las procesiones sevillanas. El Noticiero Sevillano con fecha 19 de febrero de 1901 se indica la siguiente reseña: La banda del regimiento de Granada, dirigida por el ilustrado profesor don Francisco Serra, ejecutará cuatro marchas fúnebres nuevas: "A Jesús de la Pasión" de Joaquín Turina; "Esperanza", del músico de la citada banda señor Farfán; "La coronación", del reputado maestro señor Lerdo de Tejada, y "Las tres caídas", del joven músico señor Castillo. La banda del asilo, que dirige el señor Font, ejecutará las marchas siguientes: "La mort d´Aca", de Grieg; "A Jesús de la Pasión", de Turina; "A la memoria de mi padre" de Font, y "La Quinta Angustia", de don José Font.

El músico Joaquín Turina El músico Joaquín Turina

El músico Joaquín Turina

La marcha, de un marcado carácter romántico e impresionista, fue relegada al ostracismo hasta que la Banda de la Cruz Roja la rescató en su disco Hiniesta (2004) y posteriormente la Banda Municipal remata su adaptación original en el año 2007. El impulso definitivo lo ofreció La Oliva de Salteras, que la incluyó en su disco Pasión. Un siglo de música, del año 2009. Sería un año después, en 2010, cuando los hermanos de la cofradía aprobasen el acompañamiento musical de la Virgen de la Merced tras más de un siglo procesionando en silencio, puesto que la dolorosa dejó de llevar música por circunstancias económicas. Desde entonces, la Marcha Fúnebre que soñó Turina para el Señor de Pasión suena en la tarde-noche del Jueves Santo para gozo y deleite de los cofrades. 

Igualmente, la partitura poco a poco ha ido abriéndose camino en los repertorios sevillanos, y suele escucharse en algunas cofradías como el Cristo de Burgos (precisamente a su paso por la antigua Plaza del Pan), la Amargura, la Soledad de San Buenaventura o este mismo año tras el Cristo de los Desamparados en su primera procesión como agrupación ante la fachada de la Colegial del Salvador, donde precisamente Martínez Montañés se reencontró, frente a frente, con otra de sus obras más preclaras. Turina y Pasión: un engranaje perfecto que vertebra la estética y la puesta en escena de una cofradía imprescindible de la Semana Santa sevillana. 

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